martes, 21 de agosto de 2007

La captura del instante XX

La niña entra corriendo y casi sin detenerse le dice al padre que su memoria se enojó toda. El padre complacido por lo que imagina una frase graciosa, pero sin poder evitar ese tipo de sonrisa que delata en todo adulto cierta condescendencia hacia los niños, le pregunta por qué. No sé, solamente se enojó y se fue, contesta la niña. El padre vuelve a sonreír y sigue trabajando. La niña se acerca aún más, lo toma del brazo y haciéndolo girar para que la mire, le dice que cuando no se acuerda de algo es porque su memoria está enojada, y que siempre se enoja con cosas sin mucha importancia, por ejemplo ayer su memoria se olvidó en dónde puso los patines, le cuenta que sufrió un rato, pero después se acordó que cuando se olvida que se olvidó de algo en seguida lo vuelve a recordar, y al rato encontró los patines, y que en cambio hoy su memoria se enojó toda, repite. No te entiendo, hija, le dice el padre. ¿Por qué me decís hija?; ¿yo soy tu hija?, le contesta la niña, preguntando. Entonces al hombre se le borra la sonrisa y se queda sin saber qué decir mientras mira a esa niña que no conoce.

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