jueves, 17 de mayo de 2007

La captura del instante -V-

Es bello verla pensar. Completamente desconocida, sólo sé de ella lo que imagino. La veo pasar su mano como un lazo gigante y perfecto que se deja hurgar y caer en su cabello ahora más desordenado que antes y ese pequeño gesto es una fe olvidada. Ella lee, lee lentamente y en detalle en hojas sueltas y luego las lee rápidamente como queriendo borrarlas y darlas por perdidas. Piensa ella y es formidable este momento. Su mano derecha sostiene sin voluntad una lapicera mientras acaricia su pierna con la otra y su mirada se concentra en un punto donde yo advierto que está el secreto de las cosas. En ella todo es movimiento. Sonríe, y se vuelve adulta, y de pronto su mano izquierda sostiene su cabeza cuando mueve la cuchara y se despeja de pelos su frente y hay dolor en lo que evoca. De perfil no parece otra y un leve giro me deja verla, imperceptible a los otros, niña, y necesitada para siempre de lo que le ha sido prometido. Ahora tiene miedo, pero no es un miedo vulgar, es un miedo que pregunta lo que únicamente ella será capaz de contestar. ¿Es la estudiante que prefiere la vereda y el aire? ¿La escritora que ya no soporta estar en su escritorio? ¿La extranjera que prepara el trabajo para su regreso? ¿La provinciana que no se somete al deslumbramiento? Mi ignorancia es mi privilegio y mi fortuna.